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En buena compañía

Todos en algún momento, aún y cuando estemos rodeados de gente nos hemos sentidos solos. Pensamos que nadie comprende aquello por lo que estamos pasando, esa sensación de desesperación que sentimos cuando hay murallas de incomprensión a nuestro alrededor es algo que puede resultar sumamente angustiante.

En ocasiones podemos recurrir a alguien cercano a nosotros para pedir consejo, pero algo es cierto, si preguntamos a 10 personas, podemos obtener 10 respuestas diferentes y contradictorias entre sí, porque la gente opina desde su propia experiencia, prejuicios, conocimientos o creencias entre muchas variables, lo cual, por cierto, no ayuda mucho y puede sumirnos en una confusión aún mayor.

La gran pregunta es ¿en cuántas ocasiones recurrimos a Dios como primer contacto? La respuesta la conoces mejor que yo, pero podría apostar que el número es muy cercano a cero.

La cantidad de excusas que usamos para no acercarnos a Dios rayan en lo ridículo, no obstante, a pesar de nuestros errores Dios nos está esperando con los brazos abiertos y tiene soluciones en marcha para problemas que ni siquiera hemos tenido, el secreto para obtenerlas es uno, creer.

Si tu vida de oración no es la que debiera, este momento es el adecuado para hacer una pequeña oración, no en 15 minutos, no por la noche, no mañana, no la semana próxima. Justo ahora es el momento perfecto.

No tienes nada que perder al orar, por el contrario, tienes un mundo que ganar. 

Convierte tus dudas en preguntas, tus preguntas en oraciones y trae tus oraciones a Dios, el tiene bendiciones para ti cómo ni siquiera las puedes imaginar, quien anda de la mano de Dios, está en la mejor compañía que puede tener.

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