fbpx
edgaranguianog

edgaranguianog

De esperas y desesperaciones

Creo que una de las principales luchas para todos aquellos que tenemos retos, es la de esperar el tiempo preciso en el que Dios nos conceda aquello que le hemos pedido, vamos, en medio de los problemas pedirnos que esperemos de forma paciente puede sonar hasta ofensivo porque cuando los tiempos se acortan y no podemos ver resultados concretos ¿Quién en su sano juicio se atrevería siquiera a sugerir que seamos pacientes? ¿qué acaso no ves la cantidad de problemas que tengo?

Lo interesante es que muchas veces nuestra propia impaciencia es la que ocasiona muchos de los problemas que tenemos, debo aquí hacer una confesión personal, durante muchos años me distinguí por ser una persona muy poco paciente. Pregúntale a cualquier persona que es lo que más odio en el mundo e invariablemente te dirán “hacer fila” en efecto, no me gusta hacer fila menos aún cuando tengo poco tiempo disponible, digamos que el tiempo se convirtió en mi activo más valioso y cualquiera que osara con hacerme perder así fuera un segundo sería el blanco de mi más refinada ira.

Luego, algo pasó, aquello que había construido se me derrumbó de la noche a la mañana y me vi a mi mismo con una sola tarea, si, adivinaron, esperar. Puesto que la mayor parte de mis circunstancias estaban más allá de mi control tuve que hacer uso de algo que nunca he tenido, paciencia, usarla para esperar la respuesta de Dios, para no tratar de arreglar las cosas por mi mismo, para no meter la pata atravesándome en el camino de Dios porque me queda claro que, si yo no lo he podido arreglar antes, no lo podré hacer ahora.

Dice el libro de Santiago “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” Claro que hallarme en sumo gozo cuando mi situación es apremiante es, por decir lo menos, difícil. Pero me queda claro que al saber que no tengo otro remedio que esperar el tiempo correcto para que las cosas se den, mi paciencia tendrá que desarrollarse, no, no se trata de algo agradable porque al menos un servidor tiene que luchar con el espíritu combativo de “haz algo, mueve el trasero”.

Puedo decir sin temor a equivocarme que los mayores errores que he cometido en mi vida los cometí precisamente por no tener paciencia, por apresurarme a hacer las cosas, por querer tener el control de la situación, aunque ello implicara perder algo. Un razonamiento bastante estúpido si ustedes me lo preguntan.

Hoy, me veo en la imperiosa necesidad de esperar por respuesta de Dios a mis oraciones, pero al saber que Dios está conmigo en medio de esta espera, la misma no se hace tan dura, nótese que no dije fácil sino menos dura y esto, considerando las circunstancias no es un mal negocio.

Aprende a esperar pacientemente, te puedo asegurar una cosa, Dios no ha llegado tarde una sola vez y honestamente, no creo que vaya a empezar ahora.

Convierte tus dudas en preguntas, tus preguntas en oraciones y trae tus oraciones a Dios, el es el dueño del tiempo y aún esa espera interminable se hará más llevadera en su compañía.

Compartir este articulo