Todos tenemos héroes personales, para mi, uno de ellos fue un revolucionario, uno, cuya revolución seguimos viviendo todos los días, uno, cuya revolución ha tenido un impacto mucho más importante en su propia vida que la de todas las revoluciones anteriores juntas. Más aún, dicha revolución vino a darse sin disparar una sola bala, porque para empezar no la necesitó. ¿Extrañado? Tal vez se sorprenda cuando le diga que se trata de Clarence Saunders, el inventor de la tienda de autoservicio, si, increíblemente la tienda de autoservicio fue un invento patentado y propiedad de una sola persona que, hace más de 100 años, para ser exactos en 1916 concibió la idea tras ver la ineficiencia del sistema tradicional de mostrador en el cual, se le solicitaban las cosas a un dependiente y este, elegía por nosotros.
Uno podrá pensar ¿y qué? Ahora en lugar de pedir las cosas las tomaba uno de un anaquel ¿qué tiene eso de revolucionario? Simple, el pensar de esta forma dio lugar a muchas otras cosas que simplemente tuvieron que evolucionar para adaptarse, cosas como los empaques individuales en lugar de la venta a granel, el diseño de los empaques para el reconocimiento de las marcas, los carritos de autoservicio, los cajeros a la salida de la tienda, etc. Cuando uno se pone a sumar la cantidad de cosas que tuvieron que crearse a partir de algo que simplemente no existía es cuando realmente podemos hablar de una revolución, una muy positiva, por cierto. La realidad es que hoy no concebimos un mundo sin tiendas de autoservicio, que son la mayoría, las otras, sin haber desaparecido en su totalidad fueron reservadas para un comercio mucho más especializado en el cual se requiere una interacción con un vendedor de manera forzosa.
Un invento como la tienda de autoservicio vino a romper con un montón de prácticas tradicionales, si bien la idea fue acogida por la gente, es natural que se presentara resistencia a su adopción por una parte de la población simplemente por desconocimiento, aunque no lo se a ciencia cierta, puedo apostarle que hubo gente que al tener conocimiento de esta idea, la condenó al fracaso por ir en contra de décadas de costumbres bien arraigadas. Es posible que aquellos que se resistieron al nuevo modelo simplemente se aferraran a lo que conocían tratándolo como una moda pasajera para posteriormente verse forzados a cambiar.
Si considera que estamos hablando de algo que ocurrió hace 100 años, podemos verlo como algo comprensible, sin embargo, muchas veces seguimos pensando en función de aquello que conocemos y muchas veces nos seguimos aferrando a las cosas a las que estamos acostumbrados.
Para aquellos que se atreven a ir un paso más adelante, a innovar, a satisfacer una necesidad en una forma en que nadie había pensado previamente puede ser problemático, el abrir una brecha en donde solo hay selva no resulta sencillo. Es de esperarse que encontremos detractores, gente que trate de desanimarnos, quien nos diga que aquello es imposible. El valor que se requiere para ser el primero en hacer algo puede ser un activo escaso.
Yo no creo que haya alguien que haya pensado en algún momento “este invento cambiará al mundo” refiriéndose a su propia creación, la verdad los inventos que cambiaron al mundo fueron calificados de esa forma por otros y en muchas ocasiones años después de su aparición. Creo que más allá de querer cambiar al mundo, los innovadores quieren cambiar su propio mundo, que el resto se beneficie es una consecuencia no indispensable.
Hoy en día, hay quienes aspiran a ser el siguiente Steve Jobs, Elon Musk o Bill Gates, aún en sus inicios estos innovadores querían algo que nunca pensaron que llegaría a ser lo que es en la actualidad, se requiere cierto grado de ingenuidad, una buena cantidad de talento y una enorme dosis de trabajo para que la determinación de hacer algo no sea solamente terquedad.
Abrir brecha no es algo fácil, pero para aquellos que se atreven existe la recompensa de ser el primero, de cosechar los frutos, pero sobre todo el poder decir, yo fui el primero y en la mayoría de los casos, eso es suficiente.